ATADURAS INTERNAS
Marcos 5: 1-13.
Cuando nuestra vida
se encuentra bajo la influencia de una adición, su control parece tener una
fuerza extraña, malévola o sobrenatural. Tal vez lleguemos hasta a renunciar
nuestra propia conducta, y así hundirnos en un auto abandono.
Una vida pésima y
adictiva, viene a incomodar a toda una sociedad; aún entre la misma familia,
podría distanciarse de los otros, como si ya estuvieran muertos.
Aplicando esto a la
iglesia, pensemos ahora cuáles pueden ser esas ataduras internas:
1. una de esas
ataduras, viene a ser la indiferencia social. Indiferencia es apatía; defecto que nos priva
de hacer amigos. El deseo de Dios es que hagamos amigos. Por esto dejó su trono
Jesucristo, para venir a este mundo y hacer amigos para llevarlos a su reino.
Qué gran ejemplo nos ha dado (Juan 15: 13).
Las personas introvertidas
se encierran en sus propio mundo; pero el cristiano no es introvertido, sino un
embajador de Cristo y un heraldo de la verdad.
2. Otra de esas
ataduras, viene a ser el odio acumulado. Dios dice en su palabra que donde hay
iras y contiendas, no mora su santo espíritu. El cristiano sólo debe irradiar
amor.
-un corazón lleno de
odio, es un embrión, que más tarde viene a ser el producto de las grandes guerras
armadas.
-Dios es amor; recordemos
que el amor todo lo vence, todo lo sufre todo lo espera. Éste es el don de Dios
que debiera reinar en cada corazón; éste es el don de Dios que debe reinar en
la Iglesia.
3. Otra de esas
ataduras, puede ser "complejos de robot".
-Un robot camina a
donde quiera que lo llevan. He conocido a "cristianos", que van a
donde quiera que los llevan y se sienten bien, adonde quiera que estén
(Santiago 1: 8).
-Un robot destruye
todo cuanto se le permita. La persona que tiene este complejo, actúa como tal.
Me acuerdo de un niño que le dio fuego a la casa para terminar con los
insectos, sin saber las consecuencias que tendría; pero nosotros como adultos
no haríamos esto; sin embargo, sí ha habido quienes han hecho cosas peores.
-Dios dice en su
palabra que él vino a libertar a los cautivos; vino a romper las cadenas
internas que ataban a nuestro ser: cadenas de indiferencia social, de odio
acumulado y complejos.
Si él vino a libertar
a los cautivos, declarémonos libres en él.
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